jueves, 18 de abril de 2013

LAS 6 POSIBLES ETAPAS DEL PROBLEMA. EL DESARROLLO.

En toda organización que se precie, existen los que crean problemas y los que los resuelven, si pensamos ¿qué es posible?, en vez de ¿por qué a mi? conseguiremos que nuestra atención se dirija a las soluciones, diferenciarnos como los que resolvemos los problemas (actuando con valentía para superar las dificultades) de los que los crean (los que suspiran todo el día, actuando con poco entusiasmo o volviéndose pasivos cuando apenas pueden soportarlo). Mostrarnos accesibles y escuchar los problemas antes de que crezcan nos ayudaran.

EL MILAGRITO DE SALVARSE


En muchos casos, el primer estallido de un problema puede que no cause un daño irreparable, pero la cercanía de un desastre puede ofrecernos una oportunidad de aprender realmente valiosa. Aquí nuestro papel de director debe cambiar por el de estudiante, adoptar una perspectiva de curiosidad por los problemas, que lo estudiamos y tratamos de aprender de él.
Por desgracia la mayoría de directivos actuamos más como profesores sabelotodo que como estudiantes curiosos, nos preocupamos de impartir órdenes y explicaciones de una metedura de pata potencialmente costosa, en lugar de rectificar y aprender de ella.
Sólo porque a veces podamos tranquilizarnos (o tranquilizar al jefe) de que una pequeña disputa entre dos de nuestros empleados ha sido "un hecho aislado que no volverá a repetirse", no significa que todavía estemos fuera de peligro. 
Necesitamos hablar con ambos combatientes, escuchar a todas las partes, elaborar estrategias para que se lleven bien y conseguir que en adelante estén de acuerdo en trabajar juntos de manera más armoniosa.

BROTES MÚLTIPLES


Lo ideal en este mundo, es que los directivos resolvamos los problemas en cuanto aparecen, pero con demasiada frecuencia no reaccionamos así: ¡Vaya! Pasó muy cerca. ¡Qué suerte tengo!.
En ese momento hacemos una serie de intentos tímidos, de cara a la galería, para tratar el problema y lo olvidamos con rapidez, pasan unos cuantos días, o semanas en los que no ocurre nada, y nos desocupamos del problema.
Pero por supuesto no ha desaparecido, el problema persiste, y se acumulan las pruebas de que se extiende, así en lugar de salvarnos de milagro, el problema asoma su cabeza de maneras mucho más sutiles.
La incapacidad para pensar con claridad, adoptar un actitud positiva y actuar con prudencia, nos hace actuar como un imán para los problemas.

CULPA, NIEGA Y ABRE FUEGO


Una vez que ya hay suficientes pruebas de que tenemos entre manos un verdadero problema, podemos arremeter contra nosotros mismos o contra todos los demás por permitir que la situación haya llegado a este punto. Ya no podemos negar por más tiempo que nos encontramos en un lío.
Nos sentimos enfadados, amargados y frustrados, nos ponemos histéricos, culpamos a los demás y justificamos nuestros actos, y lo peor de todo es que ya tenemos la certeza de que nuestra reputación como directivo ha sufrido un revés, hemos perdido nuestra credibilidad y hemos demostrado que no estamos preparados para resolver los problemas de forma rápida y eficaz.
En esta etapa, la solución queda en segundo plano mientras borramos las huellas, hacemos acusaciones y despreciamos el papel de los demás que tratan de ayudar.

¿Qué hacemos ahora?. Determinar lo que está en juego: dinero, reputación personal y la de la empresa, y actuar en cuanto veamos las causas de cualquier problema.

Como dije al principio, existen dos persona, los que crean los problemas y los que los resuelven, lo que nos diferencia a unos de otros, es la seguridad en nosotros mismos, la certeza de que "podemos superar esto", frente al típico "estoy perdido".

Un saludo a tod@s.

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